La cultura del
Antiguo Egipto se conforma a partir de la forma de vida, costumbres y
tradiciones existentes en la sociedad egipcia de la Antigüedad. Se inició en el
Neolítico y evolucionó a lo largo de 3.000 años, hasta la época romana, cuando
prácticamente desapareció al adoptar la del Imperio romano, y sobre todo las
costumbres cristianas.
La historia del
Antiguo Egipto como estado unificado comienza en el Neolítico, hacia el año
3150 a. C., y se divide en tres imperios con periodos intermedios de dominación
por parte de gobernantes extranjeros y conflictos internos:
El Imperio
Antiguo (2700-2200 a. C.) se caracterizó por el florecimiento de las artes y la
construcción de inmensas pirámides. Durante el Imperio Medio (2050-1800 a. C.),
tras una etapa de descentralización, Egipto conoció un período de esplendor en
su economía.
En el Imperio Nuevo
(1567-1085 a. C.), la monarquía egipcia alcanzó su edad dorada y conquistó a
los pueblos vecinos y expandió sus dominios bajo la dirección de los faraones
de la dinastía XVIII.
Arte
Una de las
características del Antiguo Egipto fue su singular arte, con monumentales obras
que generalmente tenían carácter simbólico, funerario o religioso. Aunque el
concepto de Arte es moderno, es perfectamente utilizable en la arquitectura,
escultura, pintura y joyería egipcias, siendo muchas de sus realizaciones
auténticas obras de arte y no simples trabajos de artesanía.
El arte egipcio
se caracterizó por la fijación de pilares o motivos constantes desde el inicio
de la historia del Egipto unificado hasta el final de la dominación romana.
Este lapso de tiempo de casi tres mil años implicó un desarrollo en los
patrones artísticos, los motivos, las figuras y las formas de expresión, con
quiebres o innovaciones revolucionarias como fue el periodo amarniense, donde
el arte sería totalmente innovador respecto a su herencia artística centenaria.
Religión
La religión del
Antiguo Egipto comprende las varias creencias religiosas y rituales practicados
en el Antiguo Egipto por más de tres milenios: desde el período predinástico
hasta la adopción del cristianismo en los primeros siglos de esta era. Estas
creencias se centraban en la adoración de múltiples deidades que representaban
varios aspectos de la naturaleza, simbolizando ideas y funciones de mucho
poder, expresados por medio de complejos y variados arquetipos.
Durante la
Dinastía XVIII, los faraones egipcios habían magnificado la condición de
ciertas deidades singulares, como es el caso de Amón, a creadores universales
con muchas manifestaciones, de manera similar a los conceptos trinitarios
también encontrados en el cristianismo: la creencia de que un dios puede
existir en más de una persona.1 Sin embargo, no se practicó el monoteísmo,
excepto en el breve período del reinado de Ajenatón, el fundador del Atonismo.
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